La diferencia entre el gasto por un bien corriente y un bien de inversión es que mientras con un bien corriente, como podría ser un lápiz, el gasto se contabiliza en el mismo momento en el que recibamos la factura, en el caso de los bienes de inversión este coste se “amortizará”.
Te recordamos que un bien de inversión es aquel gasto en un bien que va a ser usado en la actividad económica durante más de un año. Por ejemplo, si el año en el que compramos el ordenador nos deducimos el 100% de su coste, no estamos imputando correctamente el gasto a cada ejercicio de uso efectivo, ya que según la norma contable deberíamos dividir el coste en el número de años que el bien vaya a ser efectivamente utilizado.
Para que lo veas claro, si compras un portátil por 1.000 euros el 1 de enero del primer año, en el resultado de tu actividad económica se va incluir el siguiente detalle durante los 4 siguientes años:
Año 1: 250€
Año 2: 250€
Año 3: 250€
Año 4: 250€
Como puedes ver, no pierdes el gasto, simplemente se imputa a cada ejercicio en el que la norma presume que vas a estar usándolo.